Donde fuera que buscáramos información sobre el origen del Museo Regional de Pintura José Antonio Terry de Tilcara, llegábamos a este relato: se creó mediante un decreto del presidente de facto Pedro E. Aramburu en el año 1956. Durante muchos años se contó que la apertura del Museo fue un gesto de la dictadura autodenominada “La Revolución Libertadora”. Esa versión implicaba, además, que José Antonio Terry, fallecido en el año 1954, había muerto sin conocer la noticia. Pero descubrimos otra historia.
Trabajando en el archivo del Museo, dimos con un artículo del diario La Mañana de Mar del Plata del año 1953, con una entrevista a Terry, que nos llamó la atención. El periodista señala que el pintor está “agradecido por el reconocimiento (...) contenido en el decreto suscripto por el presidente Perón, acordando la creación del museo”. Eso nos llevó a revisar el archivo del Museo, donde hallamos documentos que confirman nuestra hipótesis: el Museo Regional de Pintura José Antonio Terry no fue fundado en dictadura sino durante la democracia, a través de una ley nacional del año 1948, ratificada por el presidente J. D. Perón el 14 de diciembre de 1953. En ese tiempo, Terry aún estaba vivo y pudo conocer la decisión del Gobierno nacional de adquirir su casa y su obra. Ese dato cambia la biografía de Terry, la historia del Museo y su identidad. El pasado viene a iluminar el presente.
Borrar parte de la historia y adjudicarse una autoría ajena es una apropiación. Las dictaduras militares se han apropiado sistemáticamente de bienes, obras, instituciones, hechos, personas. Durante decenas de años, parte de la historia del Museo Nacional Terry estuvo oculta, pero la historia tiene estas vueltas: como resultado de una investigación llevada a cabo en el propio archivo del Museo, hoy podemos recuperar la identidad de la institución. Esa no es la única justicia del tiempo: además, la ley de 1948 que verdaderamente da origen al Museo Regional de Pintura José Antonio Terry fue promulgada por el Congreso de la Nación el día 22 de octubre, fecha en que actualmente celebramos el Día Nacional del Derecho a la Identidad.
La Ley Nacional Nº 13.491, que contemplaba la fundación del Museo Regional de Pintura José Antonio Terry, fue parte del Plan Quinquenal e incluía el desarrollo de una cantidad extraordinaria de obra pública en todo el país. En esa ley se establecía la realización de importantes obras para la provincia de Jujuy: estaciones de ferrocarril, hospitales, escuelas, bibliotecas, hogares de ancianos, usinas, redes de agua potable, clubes, hoteles, parques, sindicatos, rutas, diques y puentes (la construcción del puente de Tilcara también figura allí). Podemos decir que fue una política cultural en el sentido más amplio, puesto que vino a transformar profundamente la cultura: la forma en que las personas trabajaban, se comunicaban y trasladaban, su economía, el acceso a los servicios básicos, a la educación, al arte y a la salud. La creación del Museo Regional de Pintura José Antonio Terry no fue una acción aislada: fue parte de un plan de infraestructura pública federal, de una política cultural que buscaba la inclusión, la participación, el desarrollo y la mejora en la calidad de vida de los argentinos y las argentinas. Así surge el Museo; ahora lo sabemos. El pasado nos pone delante el desafío de seguir concretando esa misión.
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Esta identidad del Museo refuerza y da un nuevo sentido a una idea que ya venimos desarrollando: queremos que el Museo Terry sea, cada vez más, un museo abierto, inclusivo, plural, que sale al encuentro de su comunidad. Un museo que promueve el diálogo entre la colección y la cultura popular, entre el pasado y el presente. Un museo que la comunidad habite, que sienta propio como siente propios el puente, el parque o el hospital a los que dio lugar la misma ley.
Este hallazgo también nos alienta a seguir adelante con la construcción de un museo crítico, que interroga y se interroga. Que investiga y cuestiona su colección, su archivo, su historia y su institucionalidad: su participación en un entramado de poder donde se define qué es cultura, qué es patrimonio y qué es arte, legitimando ciertos saberes y manifestaciones al tiempo que se marginan otros, reproduciendo desigualdades. Que discute su pertenencia a una tradición conservadora que abona una noción reaccionaria y excluyente de cultura y que no se pregunta sinceramente cómo se debe administrar lo público para encontrarse con quienes no llegan al Museo o no se sienten con derecho a ingresar. Un museo donde nos hacemos preguntas que pueden obtener respuestas pero que casi siempre descubren otras preguntas. Preguntas que nos desvelan y que retomamos al día siguiente, cuando llegamos al Museo y abrimos las puertas para encontrarnos con la comunidad.