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Museo Nacional Terry

Nadalino + Haro Galli · Los artistas

Los artistas y el arte del encuentro

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"Todos los días trabajo. No creo que deba esperar cierto efecto místico para ponerme a pintar. La inspiración tiene que encontrar al pintor en el caballete. Creo en forzar la inspiración. Como ha dicho Picasso: cuando llegue la inspiración que me encuentre trabajando"

Haro Galli

Ha sido muchos otros en el transcurso de su vida: escritor, letrista de canciones en parcería, agudo lector de poetas y ensayistas, escuchador atento de músicas y músicos, cultivador de locotos. Sabio humilde que se hace preguntas y reflexiona. Pensamientos y preguntas que el afortunado visitante de su taller puede escucharle, mientras monta sus udus, esas piezas sonoras únicas, que desde hace ya un par de décadas suenan a través de los percusionistas de todas partes. En otra conversación, tal vez más interior y silenciosa, Nadalino da vida a figuras que en los últimos años suman personajes que están sumidos en alguna espera: hombres y mujeres con cabezas humanas, o de pájaro, casi siempre con un libro entre las manos y la mirada en la nada (como el apócope de su nombre, que en su caso, es también el todo). Un universo donde siempre hay máscaras pétreas, manos de dedos gráciles, cajas, ventanas, libros, paredes escritas de poesía, donde las palabras (la palabra como dibujo, las letras como objeto) tienen un protagonismo estético fundamental, como el paso del tiempo.

Radicado en Salta en los años 70, integró en la década siguiente el grupo Wiñananpaj, que basaba su impronta en el arte precolombino. Para fines de los 90, se radica en Tilcara y desde ese lugar es que mira el mundo, como las bellas fotografías que empezó a tomar de los cerros, el cielo y la luna quebradeños, desde que echó raíces, junto con Milagro Rioja, su compañera, dulce y delicada alfarera, en Sumay Pacha.

Ha realizado muestras en espacios visuales del país. Del Fondo Nacional de las Artes ha recibido dos becas. En 2007 se le otorgó el primer premio en la Bienal de Artesanías de Buenos Aires y en el mismo año el segundo premio del Salón de Creatividad Artesanal de Berazategui. En ese mismo Salón, también obtuvo el primer premio en la categoría Cerámica de Proyección, en dos años consecutivos. En 2017, fue distinguido con el primer premio por la provincia de Jujuy en el Concurso Regional de Artesanías organizado por el Consejo Regional Norte Cultura.

Nació en la Colonia Santa Rosa, cerca de Orán. Pasó su infancia en la selva, desmontando, cazando y pescando. En sus ratos libres, aprendió a dibujar. Viajó mucho, vendió frutas en los mercados, descargó camiones. Vivió en países de Europa y América Latina. Sobre todo en Cafayate, donde produjo vino, hasta radicarse definitivamente en Tilcara. Esa es la materia prima de la que se vale para la creación. Se considera artesano y artista popular y, ciertamente, todo su trabajo refleja, desde la cerámica, la pintura y el grabado, la simpleza de la vida, las alegrías y tristezas del pueblo y también sus luchas.

Sus personajes morenos, de labios gruesos, provistos de sombreros y acullicu son totalmente reconocibles, como una auténtica marca propia. Abundan los pescados, el sol, los sikuris, las copleras, el diablito quebradeño, los micros recargados de mercadería, los pescadores del chaco, los pisadores de uva de Cafayate, los mojones carnavaleros, los mercados del norte. En sus cuadros y figuras, conviven la selva verde, los ocres de la quebrada de Humahuaca y la tierra arenosa de Cafayate, marcando la paleta del artista con colores vivos.

Ingresar al taller Utama genera una experiencia notable: la de llegar a un pueblito pleno de vitalidad propia. Sus personajes se encuentran repartidos por doquier, cada uno en la actividad particular que su hacedor le ha otorgado, incluido el propio Negro, que parecería convertirse, como trabajador incansable que es, en un vecino más dentro de ese microcosmos, que es su aldea.

Ha expuesto su obra en espacios visuales de Holanda, Italia, Alemania y España, También en Bolivia y Perú, además de innumerables espacios de Argentina. Como ha manifestado, su meta es seguir pintando hasta el segundo antes de morir, “y tal vez luchar por un mundo mejor, a través del trabajo de uno”. Su obra forma parte ya del imaginario popular norteño. Tanto es así, que ya es imposible imaginarse el paisaje urbano de Tilcara o Cafayate sin sus personajes, que dinámicos y coloridos, habitan sus muros y sus peñas.

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Alfareros · Nadalino + Haro Galli